a) ¿Qué es el imperialismo cultural?
b) ¿Existen culturas más importantes que otras?
c) ¿De qué manera la industria cultural ha fortalecido un reconocimiento devaluado de identidades distintas a las del primer mundo?
d) ¿Ha afectado eso “la autoestima” latina?
Respuestas:
a. Esta pregunta señala hacia el problema de lo uno y lo múltiple a nivel cultural. La expresión “imperialismo cultural” en general se tiende a asociar con la idea de colonización, conquista, absorción o devaluación de una cultura por otra mediante técnicas de masificación y persuasión eficaces, que llevarían a las culturas receptoras a aceptar nuevos contenidos semánticos, nuevos enfoques, nuevas tendencias, nuevos símbolos que generarían a su vez nuevas concepciones de vida y, por consiguiente, nuevas actitudes y acciones en aquellas personas persuadidas.
Se usa generalmente para señalar el proceso de globalización de un modo de producción particular basado en el libre mercado y la idealización de la atomización de la sociedad en la iniciativa y libertad individual, así como un modo de estado y de estructura política que muestra a la economía de libre mercado, al estado democrático y a la filosofía liberal como el norte hacia el cual debe tender la humanidad actual.Este problema se ve cuando se comparan, por ejemplo, dos culturas y se dice que tiene mayor significación para la humanidad una cultura que es respetuosa de la ley que una que no lo es. A simple vista puede parecer loable, pero cómo distinguir si ello es una meta humana o es un modo de “imperialismo” como se decía en la pregunta anterior.
La cultura es un artificio, es decir, deviene de los acuerdos sociales implícitos o explícitos, por tanto, lo propio de la cultura es la tendencia a la diferenciación. La noción de “importancia” implica una valoración según una construcción de criterios y finalidades de autosignificación de la vida de los pueblos, es decir, la valoración que se haría de tal o cual artificio en particular; en ese sentido no habría culturas más importantes que otras, sino diversidad de significaciones artificiales en el sentido dicho.
Pero el problema de la posible comunicabilidad de significaciones queda planteado; el ideal sería acoger de cada cultura lo que el ser humano necesite, por ejemplo, la capacidad científica de transformación de la materia propia del mundo industrializado y la capacidad de respeto por la tierra y sus recursos propia de culturas no industrializadas. Aun el inmigrante, por mucho que conscientemente busque su adaptación cultural, nunca deja de tener esa cultura madre a la que pertenece, tal vez a lo sumo podrá intercomunicar sentidos y formar una especie de micro cultura subjetiva.
c. Hay un cierto sentimiento de tristeza cada vez que se piensa en los efectos de la industria cultural en Latinoamérica. “Ser o parecer extranjero está de moda”, parece ser la consigna de hoy en nuestro medio, no en vano se dice que “los argentinos se creen alemanes y los chilenos se creen ingleses”; lo que se muestra con tristeza en esta “invasión cultural” es que en el fondo se desprecia a la propia cultura e identidad. Si se valora más lo que viene de fuera es porque de algún modo no se está contento con lo que se tiene dentro. Ahora bien, al menos en nuestro medio, eso es en parte eso es comprensible, pues ¿cómo se puede vivir orgulloso en una sociedad cuya cultura es permisiva con la corrupción, produce hornos crematorios para desaparecer víctimas, produce “falsos positivos”, desplazamiento forzado, secuestro y fosas comunes cada cierto tiempo?
De allí que la interpretación que le doy a la pregunta, es que la producción cultural confronta y le hace preguntas a la cultura propia, que es la propia identidad. Confrontar no es minusvalorar, cuando conocemos a alguien distinto a nosotros necesariamente su identidad nos confronta y nos hace preguntas.
La expresión “industria cultural” ha tomado nuevas significaciones desde que Adorno la formuló en su “Dialéctica de la ilustración” aunque conserva el núcleo común que ya él intuyó en su época; la asociación entre producción masiva y en serie, propia del mundo industrial, con la idea de significación puede parecer aberrante a primera vista, pues ¿es posible producir la significación de los pueblos tal como se produce en serie vasos, sillas o cualquier otro objeto? , pero en este caso, no porque una cultura es tal se debe tolerar todo lo que pasa en ella bajo el excusa de que “somos así”, pues eso es no reconocer la capacidad humana de re-crearse y re-significarse.
En conclusión, no parece que otros pretendan minusvalonarnos, sino que al entrar en contacto con la cultura de masas nos develó a nosotros mismo que, en el fondo, no estamos contentos con lo que somos.
d. Sí, claro que sí. Está en relación con mi respuesta anterior. Es la muestra de un secreto desprecio por nosotros mismos.